Una de mis grandes pasiones, es viajar. Conocer lugares
diversos, hablar en otros idiomas, así como aprender la cultura de otro país o
ciudad, incluyendo la historia y las conductas de los habitantes. Esa pasión me
ha motivado a leer varios libros en los que recomiendan un sinfín de lugares
para ir, desde un parque, hasta un museo, un lago, un monumento, una pieza
arquitectónica, entre muchos otros. Así llegué al ensayo El arte de viajar de
Alain de Botton, en el que el autor suizo nos propone maneras interesantes de
disfrutar un viaje.
En la primera parte del libro, narra sus peripecias,
especialmente en ciudades europeas, relatando sus experiencias de cada uno de
los espacios que visitó. En la segunda parte, relata la actitud que debe tomar
un viajero para aprovechar cada momento de su travesía.
Y es que un viaje nos saca completamente de la rutina. Nos
impulsa a llevar a cabo cosas que tal vez en nuestra vida cotidiana no haríamos
y sobre todo a convivir con personas que en nuestro día a día tal vez no
tendríamos la oportunidad. En ocasiones, los momentos vividos en los viajes son
tan sublimes, que el viajero puede imaginarse que está en un sueño del que no
quiere despertar. Por eso es, que al terminar los viajes o las vacaciones, uno
dice que “regresa a la realidad”, ya sea de la escuela, del trabajo o de la
ocupación en cuestión.
El autor nos propone aventurarnos a conocer cada rincón del
lugar donde viajamos, salir de lo típico que los turistas visitan y en vez de
eso, adentrarse en la vida y costumbres de ese sitio, admirar las bellezas que
nos ofrece, probar cada alimento exótico que nos presente y hacer todas
aquellas actividades que nos brinden maravillosas vivencias que atesoremos para
toda la vida.
Es típico y para muchos es vital, portar una cámara
fotográfica y especialmente tomarse la foto con ese objeto icónico y
característico del lugar. Esas fotografías nos extienden la experiencia del
viaje, ya que se disfruta el hecho de mostrárselas después a familiares o amigos;
inmortalizar los momentos, verlas y transportarse de regreso a ese instante, recordar
los pormenores del viaje y sobre todo como prueba de que estuvieron ahí
presentes. Además, nunca sabemos cuándo
vayamos a tener la oportunidad de regresar.
Es un ensayo que nos invita a la reflexión al momento que
estamos viajando, de gozar desde que estamos en el aeropuerto o la terminal,
escuchando música, leyendo algún libro o revista o bien observando a otros
viajeros.
También es de gran relevancia decidir si se viaja solo o
acompañado; en tour o por tu cuenta.
Viajar solo te da como ventajas ir a tu tiempo y a tu ritmo, sin presiones, sin
tener que negociar con alguien las atracciones que van a visitar ni el tiempo
que van a invertir en cada actividad. El hecho de viajar acompañado te brinda
la oportunidad de compartir con una o más personas, las actividades que decidan
realizar durante el viaje. Comentar sobre algún acontecimiento, opinar sobre
algo que hayan visto, tomarse fotos, conversar en todos los trayectos, cuidarse
y planear juntos un sinfín de actividades. Por otro lado, viajar en tour
significa apegarse a los tiempos establecidos previamente por el guía, siempre
estar acompañado por un grupo de personas y sobre todo a veces no poder
invertir todo el tiempo que quisiéramos en cierto lugar. Sin embargo, también
tiene sus ventajas: El guía te da tips de qué hacer, qué no hacer, qué conocer,
dónde comprar; optimiza el tiempo para que hagan muchas cosas en el menor
tiempo posible (aunque normalmente el viajero termina haciendo “un poquito de
todo”) y puede ser especialmente más seguro en países donde no se recomienda
que andes por tu cuenta.
En El arte de viajar, Alain de Botton
se ayuda de referencias de filósofos y artistas y finalmente pretende que veas
los viajes como un arte que hay que ir puliendo para sacarle el mayor provecho
y disfrutarlo al máximo.
Este texto de mi autoría también fue publicado en:
http://64.182.211.121/notas.asp?id=89354
Este texto de mi autoría también fue publicado en:
http://64.182.211.121/notas.asp?id=89354
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