La séptima novela de la saga Fjällbacka nos trae grandes sorpresas. Nacen los gemelos de Patrick y Erica, mientras que Anna, la hermana de esta última, vive un gran trauma, producto de un desastrozo acontecimiento con el cual finaliza La sombra de la sirena, el sexto libro de esta saga.
Mientras tanto, Patrick tiene un nuevo caso que investigar: el homicidio de un joven tranquilo y apacible llamado Matte, del que tiene pistas relacionadas con narcotraficantes, vínculos estrechos entre madres e hijos, así como el maltrato y violencia contra la mujer, que ya es una constante indignante en numerosas novelas suecas.
Debido a que tiene que enfocarse más en su labor de madre, Erica se involucra menos en resolver este homicidio, pero siempre conoce a alguno de los involucrados, en este caso a Annie, la exnovia de Matte, quien fue su compañera en la escuela.
En paralelo se cuenta la historia de una mujer que vive en la isla Graskar que tiene un imponente faro- y por ello el título de este séptimo libro- y que siente protección con los fantasmas que habitan ahí. Pese a que este relato es estremecedor, funciona solamente como contexto para conocer más esta isla y no necesariamente para resolver el asesinato en cuestión, tal como ha ocurrido en las entregas anteriores de la saga Fjällbacka.
El desarrollo de este libro es impactante y emocionante, sin embargo, el final hace que descienda esa emoción e impacto, que sea predecible y no tan sorprendente como las novelas anteriores. Ojalá La mirada de los ángeles, el octavo libro de esta saga, recupere el suspenso y la emoción característico de las novelas de Läckberg.
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