Sí, tengo una gran fascinación por la ópera. No recuerdo cómo
surgió. El caso es que a los 18 años, hice un viaje de estudios a Montreal y al
enterarme que se presentaría la Ópera Carmen del francés Georges
Bizet, decidí con entusiasmo comprar mi boleto y no me importó ir sola, no podía dejar escapar
esa oportunidad. Dicen que es la más famosa del mundo o al menos tiene arias
bastante reconocidas como “Habanera”, de la cual se me quedó muy grabado el
fragmento “Si tu ne m´aime pas, je t´aime, si tu m´aime, prends garde à toi”.
Tiempo después vi en Los Ángeles, la de Las Bodas de Figaro
de Mozart; en Viena, Austria la adaptación de Werther de Goethe, en México la
de Rigoletto de Giussepe Verdi la de la famosa aria “La dona e mobile”, en San
Antonio , Madama Butterfly de Giacomo Puccini con su aria “Un Bel Di” y
recientemente en México, asistí a Turandot, también de Puccini, una bella
ópera que contiene la famosa aria “Nessun dorma”, que tiene fragmentos como “Guardi
le stelle che tramano d´amore e di speranza” y “Luce del mondo e amore! Ride e
canta nel sole, l´infinita nostra felicitá! Gloria a te! Gloria a te! Gloria”
Mis experiencias al ver estas óperas han sido maravillosas. Mi
fascinación se debe, a que en una ópera se conjugan varios ingrediente una
emotiva historia con arias y música clásica; voces sublimes y extractos de las
arias y dentro de los diálogos con una gran dosis de drama y amor, esas que
quisiera devorar, repetir y recordar siempre. Turandot, en especial, me
conmovió en sobre manera y mis lágrimas rodaron al final.
Tal vez sea por el ingrediente musical, o las voces o las
historias. El caso es que, la ópera es mi representación favorita, tal vez
junto con los musicales, que definitivamente disfruto más que cualquier obra de
teatro convencional.
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