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LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD




Hoy se celebra el Día Internacional de la Felicidad y vale la pena abordar las valiosas aportaciones del profesor de Psicología Positiva en Harvard, Tal Ben-Shahar y a su más reciente obra La búsqueda de la felicidad, en la que invita al lector a enfocarse en sus prioridades y a analizar las acciones que ejecuta para conseguir la felicidad.


El libro está dividido en tres partes: La teoría, aplicaciones y meditaciones. 

También se manejan dos tipos de personalidad: perfeccionista y optimalista. El perfeccionista pretende irse por una línea recta, estática, con mentalidad extremista de "todo o nada" y en su lenguaje utiliza palabras como deber, tener y haber. El hecho de no lograr que las acciones vayan siempre en línea recta, sin tropiezos, y que las circunstancias no estén en su favor, lo llevarán a una gran frustración y a una baja autoestima. Pensando en una competencia, en la que pone sus expectativas muy altas y al último instante no obtiene los resultados esperados, le cuesta mucho trabajo salir adelante porque los resultados no fueron "perfectos". Hay casos también en los que se concentra tanto en alcanzar cierto objetivo, que no disfruta el proceso para llegar a él e incluso se sorprende que estando en la cima de eso que tanto anhelaba, no siente toda esa felicidad que esperaba. 

Por otro lado, el optimalista busca beneficios, acepta los giros inesperados y está abierto a que no puede controlar todo en la vida y que es necesario definir prioridades. Al tener claras estas prioridades, se pueden organizar tiempos y esfuerzos para llevar a cabo sus tareas, sean actividades laborales, sociales o de cualquier índole. 

El hecho de aceptar nuestra realidad, nuestras emociones, éxitos y fracasos, nos llevará a salir adelante con la frente en alto, frustrarnos menos y por ende, a ser más felices. 

El autor nos comparte, con base en su propia experiencia, el proceso a seguir para tener una actitud menos perfeccionista y más optimalista, tomando en cuenta las ventajas de esta última. De hecho, en la segunda parte aborda las dinámicas y el trabajo arduo que implica llegar a un grado optimalista, especialmente porque vivimos en una sociedad que espera que todo sea perfecto y que se cumplan los preceptos preestablecidos para ser feliz. 

Sin embargo, cada quien hace sus propias reglas. A uno le hace feliz lo que a otros no, y viceversa. Cada quien decide a qué actividades les dará prioridad y qué preceptos seguirá. Ser optimalista implica romper paradigmas y salir de lo preestablecido, para escucharse más a uno mismo y decidir lo que realmente puede hacerlo feliz. Nuestro comportamiento con nuestros semejantes suele ser un reflejo del trato que nos damos a nosotros mismos, así que si uno es feliz con uno mismo, es posible serlo con los demás. 

En fin, La búsqueda de la felicidad es un libro sumamente valioso, con mucho que poner en práctica y para analizarse detenidamente de principio a fin. Que no se limita a la teoría y a las anécdotas, sino también a proponer ejercicios y reflexiones para el lector. Y no sólo realizar estas tareas con uno mismo, sino también con los hijos, con una actitud optimalista de elogiarlos por sus esfuerzos y lo que está bajo su control. 

Una obra que conduce a la reflexión, argumentando que la felicidad no se conseguirá hasta que se deje de perseguir la perfección y que sólo aprenderemos y creceremos a partir de la experiencia de desafiarnos a nosotros mismos. 

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