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Entre vida y memorias de una geisha


Hoy 2 de noviembre, la geisha Mineko Iwasaki cumple 63 años. Durante un tiempo fue considerada la geisha más famosa y la mejor bailarina de Japón. Su última representación fue a los 29 años y dejó el oficio para casarse y ser dueña de su tiempo y sus decisiones.
Por otro lado, un escritor llamado Arthur Golden graduado en Historia del Arte en la Universidad de Harvard, especializado en arte japonés y además con maestría en historia japonesa, se inspiró en la vida de Iwasaki para escribir Memorias de una geisha, la cual tardó seis años en quedar lista.
Esta novela la leí a principios de 2006, concentrada en la biblioteca durante mis ratos libres de la universidad. Definitivamente la disfruté muchísimo. El autor contagia su pasión por esta cultura y su manera de escribir me envolvió completamente en la historia. Recuerdo haber terminado de leerla justo a tiempo para ver su adaptación cinematográfica dirigida por Rob Marshall y estrenada en cines ese mismo año.
Luego de que Arthur Golden publicara Memorias de una geisha, Mineko Iwasaki escribió una autobiografía titulada Vida de una geisha, la verdadera historia, sin tintes ficticios y muy ilustrativa, apegada a la realidad y sumergiéndose de lleno en las tradiciones de las geishas. Incluye algunas fotografías y despierta el interés por este elemento de la cultura japonesa. Ésta la leí en 2008 y resultó ser un buen complemento para empaparme del tema.
¿Y qué es una geisha? ¿Por qué causan tanto interés? Geisha significa artista, una profesional instruida para las artes. Las geishas venden sus habilidades, no sus cuerpos. Desde muy corta edad las adiestran en las okiyas, los cuales son internados donde aprenden a cantar, bailar, actuar, conversar, tocar algún instrumento como el shamisen y finalmente ser objetos de fantasías y establecer un ambiente de esparcimiento para los hombres, especialmente de altos rangos y de círculos exclusivos.
Es preciso que el trato que brinden las geishas sea con delicadeza, amabilidad y cuidando de cada detalle, incluso en la manera de saludar y de servir el té, por ejemplo. Deben ser sumamente disciplinadas en su arreglo, el maquillaje, la vestimenta de acuerdo a la ocasión y que su peinado quede realmente espectacular portando nueve accesorios, entre cintas, horquillas y peinetas. Desarrollan su actividad en fiestas privadas o en ochayas, que son exclusivos salones para banquetes y en un principio son acompañadas por “una hermana mayor”, quien las presenta e introduce en este ambiente.
Las geishas viven en unos distritos de Kyoto, Japón llamados Karyukai, palabra que define la personalidad de estas mujeres: “hermosa como una flor, y a la vez elegante, flexible y fuerte, como un sauce”. Entre ellas no se refieren como geishas sino como maikos en su adolescencia y geikos (mujeres del arte) al cumplir los veinte años. Pueden generarse lazos de amistad entre geishas, aunque predomina más la competencia y la rivalidad.
No cabe duda que la cultura de las geishas es realmente apasionante, magnífica y sumamente interesante. Ambos libros envuelven al lector en esta atmósfera y están contados desde el punto de vista de la protagonista. Memorias de una geisha,  es más extenso, sigue una fórmula cargada de drama, villanos y una conmovedora historia de amor y toques ficticios para hacerla más emocionante y atraer al público lector. Vida de una geisha se enfoca en relatar la verdadera historia acompañada de antecedentes y descripciones detalladas, a manera de testimonio y con intención de informar al lector, además de entretenerlo y de paso brindar un aprendizaje. Sin embargo, ambas novelas son recomendables y se disfrutan de principio a fin.

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