Por sexto año consecutivo tuve la oportunidad de asisitir a la Feria de las Culturas Amigas, que ahora no fue en el Centro Histórico como en los años previos que había asistido, sino en Chapultepec y Los Pinos, frente al Molino del Rey.
Llegué cerca de la 1 de la tarde y no sabía qué esperar, luego de que en años anteriores me había tocado lluvia, filas inmensas para entrar y dificultad para caminar y disfrutar cada uno de los stands. Fue una gran sorpresa encontrarme con una mayor organización de entradas, salidas, con personas impulsando a que la gente no obstruya el paso y si no va a comprar, que avance y permita a los demás tener acceso y adquirir sus platillos.
Otro punto positivo fue que había áreas verdes donde comer, con mesas largas, a diferencia de ferias anteriores que difícilmente había dónde arrinconarse para comer.
Por menos de 90 pesos y en muchos casos, por menos de 50, uno puede probar platillos típicos. Hay un poco para todos, gastronomía dulce, salada, de África, América, Asia y Europa.
Mi principal motivación para ir es poder degustar platillos de otros países, y lo imperdible y que busco hacer cada año, es comer empanadas de carne de res en Uruguay, salteñas y cuñapés en Bolivia; banderillas de carne en Camerún, y de postre, waffle relleno de caramelo, en Holanda y pastel en Hungría. Esta vez también probé un platillo de plátano en Indonesia, un pastel de café con nuez de la india, y aguas de sabor y cafés en África.
Los países más solicitados y que esperen hacer una gran fila: Japón, Corea, Argentina, Estados Unidos, España y Alemania
Mi recomendación para este tipo de ferias hay que llegar temprano (máximo a la 1 de la tarde), ir con tiempo (mínimo un par de horas), hambre, bloqueador solar, calzado cómodo y mucha paciencia para hacer filas o caminar entre las aglomeraciones. Al final vale mucho la pena por conocer y comer algo diferente, y sentir que viajas a varios países a través de su gastronomía y su gente.
Comentarios