La muerte está llena de ironías. Hay quienes están desorientados y desean morir y recurren al suicidio. Otros más que tientan demasiado a la muerte: manejando alcoholizados, no usando el cinturón de seguridad, teniendo adicciones (tabaquismo, drogadicción, alcoholismo), trastornos alimenticios y en general descuidando su salud física y mental. Diría mi abuela materna "se agreden". Sin embargo, hay muchos otros que pueden llevar una vida sana y que simplemente el estar en el peor lugar en el peor momento, desafortunadamente les provoca la muerte. Por ejemplo, la mujer que falleció en el accidente terrible que hubo en Santa Fe, las víctimas del casino en Monterrey y miles de muertes que ha habido en otros tiroteos y atentados alrededor del país. No hay que dejar de lado el accidente en helicóptero del Secretario de Gobernación que provocó su muerte y la de sus acompañantes. De esos sucesos que aún se desconoce si fue provocado por terceros o por descuidos de los mismos o simplemente por el mal clima u otros factores similares, pero al final de cuentas, víctimas de las coyunturas.
Ya sea suicidios, descuidos a la salud de diversas formas o simplemente una serie de circunstancias, se convierten en sucesos desafortunados y en ocasiones inevitables, que causan muertes inesperadas dejando una profunda tristeza y un vacío inconsolable.
Es importante reflexionar sobre lo anterior y particularmente, sobre el tipo de vida que se está llevando. Si realmente se tiene miedo a vivir o miedo a morir. Si se está disfrutando, se está haciendo lo posible por superar dificultades, si hay amor, valores, morales, integridad, respeto al prójimo, aprendizaje, ayuda mutua, entre muchos otros factores que conllevan una vida plena. La muerte es lo único seguro y lo más impredecible y la opción es quedar satisfecho con las acciones realizadas y el estilo de vida que uno decida adoptar. La vida se puede ir en un santiamén y no queda más que vivirla y gozarla en su máxima expresión.
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