Este es un filme que tenía pendiente ver desde su nominación a Mejor
Película Extranjera en los Premios Oscar de 2019. Compitió con la mexicana Roma,
que resultó ganadora y con las cintas Cold War y Never Look
Away.
Está dirigida por la libanesa Nadine Labaki, que ha tenido otros trabajos
como Caramel, de 2007, Where do we go now?, de
2011, entre otros.
Se centra en las peripecias de Zain, un niño de 12 años, que vive en extrema
pobreza en Beirut, en compañía de sus padres y cuatro hermanos. Él era el mayor, así que era el líder y responsable de actividades diversas
para ganarse el pan de cada día, con creatividad e impotencia a la vez, sin
posibilidad de ir a la escuela ni tener una vida como otros niños de su edad. Cabe mencionar que Zain
Al Rafeea hizo su debut con este rol protagónico del mismo nombre y hace una
interpretación espectacular. El bebé Jonas, a quien cuida más adelante y por
azares del destino, no necesita hablar para ser un personaje encantador.
El resultado es una película estremecedora que saca a relucir la triste
realidad de personas que se casan y tienen hijos por las razones equivocadas y
luego los tienen en condiciones deplorables. Deciden procrear no por un
deseo genuino, sino por seguir la tradición, porque es lo que todos hacen, por
pretender ser personas honorables, y al final, batallan para mantenerlos y
acarrean desgracias. "Estoy harto de los que no pueden cuidar a sus
hijos", fue una de las frases célebres del protagonista en esta
cinta.
Aunque la trama pueda escucharse cliché y similar a otras historias, no solo
de Líbano, sino de cualquier otra parte del mundo, el guion, las acciones, la
música y la manera en la que logran mantener el ritmo en la historia, hacen que
Capernaum sea una cinta extraordinaria, que mantiene el ritmo, la tensión y
aporta giros inesperados.
Imperdible y altamente recomendable para los fans de los dramas. Está en
HBO.
Esta reseña de mi autoría también fue publicada en:
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