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MÚSICA, SÓLO MÚSICA

 



"Escuchar música es una de las grandes alegrías de mi vida"
(Haruki Murakami)

Así como en su momento lo hizo con De qué hablo cuando hablo de correr y De qué hablo cuando hablo de escribir, Murakami ahora dedica un libro enteramente a la música,  una de sus pasiones, y lo acompaña en esta travesía su amigo Seiji Ozawa, un director de orquesta con quien sostiene conversaciones sobre música, mismas que se llevaron a cabo entre 2010 y 2011. 

Las 329 páginas del libro se centran en estas charlas, en las que van escuchando y analizando a la par piezas del género clásico, en su mayoría, y abordando temas como la coordinación en una orquesta, el trabajo en equipo y la diferencia en la interpretación y las grabaciones, dependiendo de la época en la que se hayan realizado. Básicamente, el libro contiene un basto análisis y experiencias tras bambalinas, de cómo funcionan las orquestas permanentes, las temporales (en las que se reúnen cada cierto tiempo y viven la sensación de novedad y de reencuentro entre los integrantes), de los ensayos y sus anécdotas como director de la orquesta, etc. 

Ozawa menciona también cuando dirigió ópera en el Teatro de la Scala, de Milán, en el que tuvo la oportunidad de convivir con Pavarotti. Cuenta que ahí lo abucheaban, porque era costumbre que eso le hicieran a los directores, considerando también que era japonés y no europeo, como era lo habitual. El hecho de evitar leer las críticas para no agobiarse es algo que le funciona a escritores como Murakami; sin embargo, el caso del director de orquesta es diferente, ya que las expresa el público en el momento. Aun así, a palabras de Ozawa "La diversión superaba con creces las dificultades" y al final, eso es lo más valioso: que se disfrute el proceso sin apego al resultado. 

Es un libro interesante, que hay que leer con calma, para detenerse en cada página e ir escuchando las melodías que mencionan. Incluyen compositores como Brahms, Beethoven, Mozart y no solamente las piezas más famosas, lo que provoca que el lector amplíe su brevario de melodías clásicas. 

Hubo un capítulo interesante en el que incluyen brevemente a Los Beatles y un concierto al que Ozawa asistió en Chicago y que no los alcanzaba a escuchar por tanto grito de las fans. 

La mención del jazz no podía faltar; recordemos que es uno de los géneros favoritos de Murakami e incluso tuvo un bar en el que tocaban jazz. Valdría la pena que hiciera una segunda parte de Música, sólo música, tal vez ahora conversando con algún músico de jazz o bien, solamente que contenga las anécdotas de Murakami y su relación con este género musical. 

Hay un capítulo en el que el escritor relaciona su experiencia de la escritura con la música, con aseveraciones como: "La música mejora la escritura y la escritura el oído". Asegura también que ha aprendido a escribir gracias a la música y que por ello, para él es importante el ritmo, tanto en la escritura, como en la música. "Hace falta una especie de ritmo que empuje al lector a seguir adelante". 

Aanteriormente, yo ya había escrito sobre Murakami y su relación con la música, la cual se puede encontrar en este link: https://travelerhope.blogspot.com/2012/10/escritura-y-musica-en-haruki-murakami.html

En cuanto al formato, me recordó a Tardes con mi viejo profesor, de Mitch Albom, en el que Mitch y su profesor Morrie, debaten sobre la vida, la muerte, la familia, las emociones, el amor, el matrimonio, el perdón, entre otros (aquí mi reseña de este libro https://travelerhope.blogspot.com/2012/05/martes-con-mi-viejo-profesor.html)

Música, sólo música, es recomendable, no solamente si eres fan de Murakami, sino también si eres apasionado de la música y te interesa saber más sobre la vida de un director de música clásica, ya que, al final, las experiencias de Ozawa, tienen más protagonismo que las del escritor mismo. 


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